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Hola,
¿Cómo estás? Seguramente en shock por los efectos de la DANA que estamos viendo y que encogen el corazón. Si tú, tu familia o personas importantes para ti están en esa zona, te mando un abrazo grande.
No habíamos salido aún de otro shock, eso sí, muy diferente. El caso Errejón ha caído como una bomba en la política española, en la izquierda y en nuestras vidas. Y hago esa enumeración porque lo que supone tiene efectos en muchas esferas y niveles distintos. Por supuesto, en qué sucede dentro de los partidos políticos en general, y en qué ha ocurrido estos años en las formaciones por las que ha pasado Íñigo Errejón.¿Prestamos -no solo en los partidos, sino en todas partes- la suficiente atención y ponemos en marcha los suficientes recursos para detectar el acoso y la violencia sexual?, ¿actuamos solo ante hechos graves?, ¿convendría reflexionar sobre qué hacemos para erradicar los comportamientos machistas y misóginos en general?, ¿miramos para otro lado?
Estos días hay muchas incógnitas y muchas dudas. Como decía en este artículo, las feministas nos estamos haciendo muchas preguntas y hay temas incómodos, llenos de matices o aristas, sobre los que conviene pensar. Han pasado solo unos días, y esas reflexiones nos van a llevar tiempo.
«Los agresores 2.0 son muy peligrosos porque son muy hábiles: son capaces de ver que se les puede pillar y entonces hacen cosas perturbadoras. Por ejemplo, no dar apoyo afectivo pero algún día sí hacerlo para tener coartada. Por eso, para identificarlo hay que ver si esto se sostiene en el tiempo y buscar indicadores de que esa persona desea de equilibrio en relación a cuidados, a importancias, a atenciones y a poder
Olga Barroso
— Psicóloga
A estas alturas, una cosa está clara: el juicio social a las mujeres que señalan y denuncian se pone rápido en marcha. ¿Qué hace falta para ser víctima? Al parecer, no solo hay que serlo sino parecerlo conforme a un estereotipo muy concreto de lo que es ser una víctima. A la única mujer que hasta ahora ha denunciado formalmente ante la policía, la actriz Elisa Moulilaá, se le ha reprochado que se subiera en un taxi con él en lugar de marcharse, que hiciera después un comentario en una red social a Errejón o que estuviera de fiesta mientras su hija tenía fiebre. El caso es poner el foco en nosotras.
Que esto suceda no solo muestra hasta qué punto siguen funcionando los estereotipos de la ‘buena víctima’ sino que revela el tremendo desconocimiento que aún hay en la sociedad sobre cómo funcionan las violencias machistas. Frente al relato típico que atribuye a las víctimas una huida o reacción inmediata, o contundencia con los hombres que las incomodan o agreden, las expertas llevan años estudiando y contando la complejidad del fenómeno. Trauma, manipulación emocional, maltratos sutiles… En esta pieza mi compañera Marta Borraz arroja luz sobre todo esto.
Pero quiero recordar, además, esta entrevista que le hice a la psicóloga Olga Barroso, una de las profesionales que más claramente explican cómo opera la violencia, el efecto sobre las mujeres, lo que pasa por la cabeza de los agresores…
“Cuando los agresores se aseguran de que ella quiere estar con él y ha construido en su cabeza una representación de él como alguien que las quiere, empiezan a desplegar las conductas no tan positivas. En ese tiempo los agresores trabajan por conseguir que la mujer se sienta inferior, peor. El ciclo de la violencia ya ha empezado a girar y el agresor empieza a estar incómodo por no conseguir ese control o esa instrumentalización. Necesita emitir una conducta violenta que le lleve a liberar esa tensión por no conseguir lo que quiere y tratar de situar a la mujer en ese plano. Ahí hay una agresión, que puede ser sutil y que a ella le hace cuestionarse. Después, el ciclo de violencia termina con luna de miel otra vez, todo está bien. Una vez que el agresor ha conseguido eso, puede recrudecer la violencia porque para ella ya va a ser difícil de ver con claridad lo que sucede”, explicaba.
Y, por cierto, justo antes de que estallara el caso Errejón publicamos esta investigación que afecta a un activista ecologista muy conocido. Además de la denuncia de una mujer, que ya investiga un juzgado de Arganda del Rey, en Madrid, tenemos otros dos testimonios y hemos comprobado informaciones periféricas. Las publicaciones periodísticas suelen llevar tiempo y necesitan de un trabajo de investigación, comprobación, recopilación… Es uno de los canales de denuncia que existen, igual que lo son los perfiles en redes o blogs, como el de Cristina Fallarás, donde saltó el caso Errejón. Cada canal tiene su función, su cauce, sus requisitos y está bien saber que debemos esperar cosas diferentes de cada uno y que cada mujer tiene derecho a decidir qué cuenta, cuándo, cómo y dónde.
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Hoy me siento incapaz de escribir sobre nada más que no sea esto. Y recordarte que tenemos correos donde puedes mandarnos pistas, historias, contarnos algo que creas relevante… Por ejemplo, pistas@eldiario.es. También estoy en genero@eldiario.es
Un abrazo fuerte.
Ana
Escrito por Ana Requena Aguilar
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