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No todos los caminos van a Candelaria

todayagosto 11, 2024 1

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Peregrinación Candelaria

Por Fernando Hernández | Si bien la festividad oficial de la Virgen de Candelaria se celebra el 2 de febrero, fiesta de las candelas, la devoción a la Patrona de Canarias también tiene un lugar especial el 15 de agosto, siendo tradicionalmente las peregrinaciones a la villa mariana de Candelaria cumplidas con caballerías o a pie desde distintos puntos de Tenerife consolidándose como una celebración popular, reuniendo a miles de fieles que recorren los antiguos caminos utilizados históricamente desde época indígena para rendir homenaje y cumplir las promesas.

¿Pero, 2 de febrero o 15 de agosto?

Las dos celebraciones tienen orígenes diferentes y se han mantenido a lo largo de los siglos. La del 2 de febrero está más ligada a la tradición cristiana, mientras que la del 15 de agosto tiene un fuerte arraigo en las costumbres y creencias de los antiguos canarios. La oralidad entorno a las celebraciones de Candelaria siempre diferenciaron las dos festividades.

La de 2 de febrero fecha que conmemora la Purificación de la Virgen y tiene un carácter más religioso, realizándose una misa solemne en la Basílica de Candelaria donde se dan cita las autoridades civiles y militares, la identificaron como “la fiesta de los ricos”, mientras que la de 15 de agosto la fecha más popular para la peregrinación se reverencia la Asunción de la Virgen y de toda la isla se desplazan a pie miles de peregrinos por los diferentes caminos tradicionales la noche del 14 al 15 hasta la Basílica, la reconocieron como la “fiesta del pueblo”.

Esta fecha, la del 15 de agosto hunde sus raíces en las costumbres cultuales de los guanches; concretamente la celebración del Beñesmet. De marcado carácter festivo, eran realizadas para celebrar la recogida de la cosecha y dar gracias a la divinidad por la fertilidad de los campos y el ganado en general. Comenzaban a partir de día 7 de agosto culminando el día 15 del mismo mes y eran reverenciadas en todas las comarcas de la isla de Tenerife. Un tiempo donde durante 9 días las fronteras territoriales de los meceyatos de la isla desaparecían y se podía pasar de una comarca a otra sin crear conflictos entre los mismos.
El pueblo siempre se identifico más con la celebración del 15 de agosto pues a través de la historia del santuario esa denominación de “fiesta de los ricos” también tendría bastante de reivindicativo de los descendientes indígenas de la isla frente al desprecio de las familias oligarcas herederas de los conquistadores contra la población nativa o de las penosas condiciones climáticas que se producían en el mes de febrero para una feligresía empobrecida.

Entre esas reivindicaciones de los naturales -no fue la única en este sentido- en el siglo XVI fue escenario de un importante conflicto en Tenerife: el “Pleito de los Naturales”. Descendientes de los guanches, a través de un proceso judicial iniciado en 1587, reivindicaron su derecho ancestral a llevar en procesión la imagen de la Virgen de Candelaria, enfrentándose a las autoridades civiles y religiosas de la época en la isla.

El 2 de febrero de 1587, durante la procesión de la Candelaria, los regidores del cabildo tinerfeño, Gaspar Yanes y Cristóbal Trujillo de la Coba, portando los símbolos de su autoridad, perpetraron un acto de fuerza al intentar arrebatar a los descendientes guanches el trono sobre el que era llevada la imagen.

Aquel día, ante la creciente agitación de la multitud, que finalmente estalló en un motín las autoridades se vieron obligadas a cancelar la procesión.

Los descendientes guanches, Pedro Hernández y 14 más, interpusieron una demanda ante la Real Audiencia en contra de los regidores señalados. La misma fue admitida a trámite y la misma dictó sentencia con fecha 7 de diciembre de 1587, resolviendo el litigio a favor de los querellantes. Los naturales, en su escrito de demanda dejaron testimonio de lo que ocurrió ese día que nos da una idea de la profunda brecha identitaria que existía en la sociedad:
 “y porque los dichos Naturales con modestia e mansedumbre decían e requerían al dicho Trujillo de La Coba que no les quitase de su posesión e que aquello les pertenecía por ser Naturales, el dicho Trujillo y los demás les afrentaron delante de la dicha imagen llamándoles de bellacos e majaderos e pícaros y en son de quererlos afrentar les decían que eran unos guanches de baja suerte”.

Y hacían valer su derecho como pueblo originario en los siguientes términos: “es uso y costumbre tan antigua de en todos los años por el día de Nuestra Señora de Candelaria que se hace procesión desde la casa de nuestra señora hasta la iglesia de san Blas (…) en sus andas y llevada sobre sus hombros por los Naturales que descienden de los Naturales, que eran antes que la isla se ganase, y en contorno y en redondo de la dicha imagen suelen ir todos los Naturales porque es fiesta suya e la imagen les pareció a ellos mucho tiempo antes que cristianos ganasen la dicha isla”.

Otro de los hechos que definitivamente inclinaron la balanza a favor de las peregrinaciones a Candelaria el 15 de agosto fue un triste acontecimiento que acaeció en las visitas realizadas el 2 de febrero a la Villa Mariana.

El incidente tuvo un trágico desenlace: cinco mujeres, perecieron a causa de una inesperada nevada en 1714 mientras cruzaban la cumbre hacia Candelaria. La caridad de la Santa Misericordia permitió darles cristiana sepultura ante la extrema pobreza de las peregrinas en la parroquia de Santa Ana, donde descansan sus restos.

Este suceso quedo marcado en la oralidad como “La Flor de la Gorgolana”. Según cuenta la tradición, la mujer más joven de las cinco fallecidas y oriunda de La Gorgolana, por su belleza y su trágico destino se convirtió en un personaje emblemático de la tradición oral de Arafo y Candelaria, cuyo recuerdo pervive en el verso popular:

“Ya La Flor de la Gorgolana, la enterraron en Santa Ana”.

Incluso como topónimo en los altos de Arafo conocido como “La Cama de los difuntos”.

El Camino Viejo de Candelaria

La declaración del “Camino Viejo de Candelaria” como Bien de Interés Cultural, con categoría de Sitio Histórico, que supone un merecido reconocimiento a su valor patrimonial y a su papel en la historia sobre las peregrinaciones hacia la villa mariana desde antes de la conquista castellana y la posterior preocupación de los europeos por adecuarlo para su utilización en las festividades de la virgen como quedó reflejado en un acta de Cabildo el 18 de septiembre de 1517:

“[…} mandaron se notifique a Gerónimo Valdés y Bartolomé Benítez que el negocio del camino de la Señora Candelaria que le fue cometido, qué es lo que está hecho y si es su voluntad seguirlo hasta el cabo, que entienden es lo que les fue cometido y porque agora se ha de hacer procesión y ayuntamiento para la buena venida de su Alteza que allí entre la buena gente pidan limosna para dicho camino y si les pareciere que con lo que han hecho han cumplido, que den cuenta de lo hecho, para que se haga y les den de acompañados a los regidores. Porque se han hallado dos reses guaniles, se mandan pesar y su precio y valor lo aplican para que se haga el camino de la Candelaria”.

La importancia del Camino Viejo de Candelaria vino dado por la prioridad que las nuevas autoridades coloniales bajo el mando de Fernández de Lugo quisieron imponer el control ideológico en la población indígena que representaba el culto a una deidad femenina en el Valle de Güimar que, tras la conquista, sería identificada con la Virgen de Candelaria.

Después de su traslado por orden del Adelantado desde la cueva de Chinguaro hasta el cercano lugar cultual guanche de Achibinico de la imagen y su puesta bajo custodia de la Orden de Predicadores o Dominicos, rápidamente se convirtió en un importante lugar de peregrinación cristiana, coexistiendo con el poder político y religioso establecido en La Laguna.

Cuidar los caminos que hablan de historia y espiritualidad

Como auténticos tesoros históricos nuestros caminos tradicionales fueron esenciales para la vida y el desarrollo de la isla de Tenerife desde la época guanche. A pesar del paso del tiempo y de los cambios en el territorio, estos itinerarios siguen siendo fundamentales para comprender nuestra identidad y nuestro pasado. Su conservación es esencial para preservar nuestro patrimonio cultural.

El año 1994 junto a mi compañero y amigo José Gregorio González, nos embarcamos en un trabajo etnográfico con el objetivo de rescatar del olvido los caminos ancestrales que llevaban a los fieles hasta el Santuario de la Virgen de Candelaria, entrevistando a los ancianos de los pueblos del norte y del sur que aún recordaban las historias transmitidas de generación en generación sobre estos antiguos senderos. A través de aquellas entrevistas a mujeres y hombres, nos dimos cuenta de lo importantes que eran estos caminos que, en el pasado, donde la fe y la devoción fueron los motores que impulsaron a cientos de peregrinos a recorrer largos y difíciles caminos por paisajes que habían cambiado con el paso del tiempo.

De aquel modesto trabajo pudimos elaborar los recorridos que la población de la isla utilizaba en los desplazamientos a Candelaria desde las comarcas del sur, norte y el camino de La Laguna donde los vecinos de los distintos municipios se iban uniendo para acompañarse en el recorrido.

Caminos del sur

Este camino que, a día de hoy, guarda varios tramos del antiguo trazado empedrado discurre paralelo a la carretera general del sur o carretera vieja. Partía desde Los Cristianos llegando hasta el Escobonal, para después bajar por Anocheza hasta el pueblo de San Juan, San Pedro en dirección del camino de Tonaso (hoy en día la nomenclatura espacial moderna lo escribe Tonazo) para después cruzar hacia el camino del Socorro hasta la Montaña de Archaco o Gorda y desde ahí por el camino de Samarines llegar a Candelaria.

Nos hablaron de otra variante utilizada por los más diestros y jóvenes de la época por ser una ruta más difícil pero que acorta en tiempo la llegada a Candelaria es el conocido como camino de Magiñeñe que partiendo desde Guaza recorría paralelo la costa del sur hasta la playa de Arriba o Las Bajas para unirse hasta la Montaña de Archaco.

Camino del norte

Para este tramo desde los pueblos del norte de la isla, los peregrinos que salían desde Santa Úrsula, La Matanza y La Victoria subían hasta la cumbre llegando al camino de Pedro Gil y desde allí bajar hasta Arenas negras en Arafo pasando por los pasos de Chegue, discurriendo por Yoquina cerca de La Cruz del Pino bajan hacia los Toscalitos, conectando después con el camino de La Escandalosa hasta el Camino del Socorro, Montaña de Archaco, camino de Samarines hasta llegar a Candelaria.

Los que partían desde Buenavista, Los Silos, Garachico, Icod y La Orotava tenían tres bifurcaciones en el camino para llegar a Candelaria partiendo desde el municipio de La Orotava:

1. Desde Cañeño al Arco de Izaña y desde allí a Arenas Negras en Arafo.
2. Desde La Piedad por Mamio y Joco hasta el Arco de Izaña y de ahí a Arenas Negras.
3. Desde el camino Guanche en La Florida hasta La Cruz de la Lajita y hasta Arenas Negras.
Estas tres bifurcaciones a partir de Arenas Negras volvían a conectar desde los pasos de Chegue siguiendo la ruta acostumbrada en Arafo hasta Candelaria.

Camino de La Laguna o Camino Viejo de Candelaria

Partiendo desde San Bartolomé de Geneto hasta llegar a la Cuesta de los Tallos en El Rosario y desde allí bajar al Tablero para salir a Barranco Hondo para proseguir hasta Guadamojete en la costa, hasta llegar a Candelaria.

La importancia de estos caminos ancestrales está en cómo servían para fortalecer los lazos comunitarios, sirviendo de encuentro entre lo divino y lo humano, mereciendo seguir trabajando en ellos más ampliamente para su puesta en valor como elementos patrimoniales primordiales y que las futuras generaciones, junto a los visitantes de la isla, puedan conocer la riqueza de nuestra historia y tradiciones.

Escrito por Diario de Avisos

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